Presentación Central en EXPO Comm Argentina '99
Buenos Aires, Argentina
28 de septiembre de 1999
¡Buenas tardes! Gracias por invitarme a participar en este evento. Es un gran honor estar nuevamente en Argentina, apenas un año y medio de mi visita a Bariloche en donde representé al gobierno de Estados Unidos en la conferencia de reguladores de Latinoamérica. En ella, invertimos mucho tiempo discutiendo la implementación de los compromisos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y la transición hacia tasas contables basadas en el costo.
Debo mi presencia aquí a uno de los representantes argentinos más efectivos, a quien también tuve la buena fortuna de conocer en Bariloche. Sé que hablo en nombre de la Comisión Federal de Comunicaciones entera al agradecer a Héctor Carril por su notable liderazgo en CITEL. El Sr. Carril ha hecho un trabajo sobresaliente reuniendo y proporcionando información acerca de cómo los países del continente americano están enfocando los problemas de acceso universal y servicio universal. Su liderazgo demuestra que todos tenemos mucho que ganar aprendiendo de y ayudándonos los unos a los otros cuando abordamos nuestros problemas comunes. De modo que es un placer regresar hoy a Argentina accediendo a una gentil invitación por parte del Sr. Carril.
Me complace enormemente estar aquí en un momento tan prometedor de la historia argentina. Uds. están en la cúspide de un cambio fascinante. Con una liberalización temprana del estado, un año antes de lo planeado, vuestro país está en un curso firme e inevitable hacia la competencia plena. Con la competencia viene la nueva inversión, construcción de la infraestructura de los sistemas de comunicación y oportunidad de elección - todas las cosas que beneficiarán a los consumidores argentinos.
Hace cinco años, el Vice Presidente de los Estados Unidos, Al Gore, vino a Buenos Aires haciendo un llamado para que todas las naciones se unieran en la creación de una "infraestructura global de información" (que en inglés llamamos con sus siglas GII). Esta red de redes, como así lo previó el Vice Presidente, nos permitiría a todos nosotros, los ciudadanos del mundo, "transmitir mensajes e imágenes a la velocidad de la luz, de la ciudad más grande a la aldea más pequeña." El Vice Presidente entendió que estábamos en el medio de una revolución -- una revolución que podría transformar practicamente todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, desde como trabajamos y conducimos nuestras empresas, hasta como aprendemos y como recibimos atención médica. Él sabía que las nuevas tecnologías y redes de comunicación, en el corazón de la infraestructura global de información, nos capacitarían para trascender viejas barreras espaciales y temporales y conectar a las personas, culturas e ideas de todas nuestras comunidades. Asimismo, él predijo que esta infraestructura de información sería la clave para el futuro crecimiento de nuestras economías nacionales e internacionales.
El Señor Gore fue bastante profético. En los cinco años desde su visita, la visión del Vice Presidente se ha realizado en muchas partes del mundo. En otras, sin embargo, queda más esperanza que realidad. Todavía hay partes del mundo en donde la teledensidad se mantiene entre el 1 y el 2% de la población. A lo largo de África, Asia y Latinoamerica, muchos tienen aún que experimentar algún beneficio de la revolución de las telecomunicaciones. La mitad de la población del mundo todavía no ha hecho una llamada telefónica. ¿Cómo entonces, vamos a traer los beneficios de una economía digital, de aprendizaje a distancia y de telemedicina a estas personas?
Ciertamente, nuestros gobiernos nacionales no lo pueden hacer por si solos. El Banco Mundial ha calculado que dentro de los próximos cinco años, se necesitarán 60 mil millones de dólares por año en capital de inversión para ayudar a construir esta infraestructura mundial de información. Los gobiernos por sí solos no pueden afrontar una inversión de tal magnitud. En la mayoría de los Estados Unidos hemos tenido un sector privado de comunicaciones desde el inicio. No es una coincidencia que la proliferación de teléfonos haya llegado donde ha llegado, aproximadamente 94% de la población tiene teléfono. De manera creciente, los países en la última década han seguido el camino de la privatización, como Argentina en el año 1990. Luego de vender sus compañías de teléfonos estatales, por ejemplo, nuestros vecinos en México, Venezuela y Chile han cosechado los beneficios de los incentivos del sector privado: incremento en la innovación; eficiencia; inversión y receptividad de demandas del mercado.
En los Estados Unidos la última compañía estatal de teléfonos fue recientemente privatizada en mi lugar de origen, Puerto Rico. Les puedo asegurar que cuando la compañía telefónica de Puerto Rico, the Puerto Rican Telephone Company, fue vendida, nosotros revisamos cuidadosamente la transacción para asegurar que el interés público fuese protegido. Yo deseo plenamente que mi familia y amigos cosechen los beneficios de la privatización y la competencia.
Por supuesto que la privatización por si sola, no es suficiente. Los monopolios, aún siendo privatizados, carecen de los incentivos hacia la eficiencia e innovación que los competidores si tienen. Los monopolios además, carecen del aliciente para bajar los precios. En última instancia, todos los consumidores pierden toda vez que los precios elevados hagan bajar la demanda y el uso y ello signifique por tanto, que haya menos recursos para dedicar a la oferta de acceso universal y a la construcción de la infraestructura.
Cuando los países enfrentan la crítica decisión de la transición del monopolio a la competencia, es comprensible que se pregunten si las telecomunicaciones son o no son un monopolio natural. Algunos se preguntan si los competidores van a desmejorar al beneficiario del servicio y a desviar los recursos para la red, dejando a los consumidores en peor situación. También se preguntan cómo se puede promover el servicio universal en un ambiente de competencia. En estos temas, creo que la historia es la mejor maestra. Cuando Chile privatizó su compañía telefónica en 1988, solo 5 de cada 100 chilenos tenía teléfono. En diez años de privatización, esa figura ha sobrepasado un incremento del 300%. Luego de la introducción de la competencia en 1994, los chilenos han disfrutado de una reducción de más del 50% en las tarifas de llamadas internacionales. Recordemos sin embargo que estas reducciones en las tarifas no representan reducciones en el ingreso. Todo lo contrario, los bajos precios nacidos de la competencia estimulan mayores demandas y uso, favoreciendo un incremento general del ingreso. Continuando con el ejemplo de Chile, los bajos precios aumentaron el tráfico en 260% de 1994 a 1997. Todo lo que esto significa es que los consumidores están mejor que antes.
En cada nación, aquellos que definen sus políticas, enfrentan retos similares guiando la transición desde monopolio hacia la competencia. Los retos son grandes, como les diré. Pero existen algunos principios inquebrantables que debemos tener en cuenta, al mantener la trancisión en marcha. Al final, todos nosotros: reguladores, fabricantes y proveedores de servicios, sabemos que éstos son retos que no podemos dejar de enfrentar. La revolución de las telecomuniciaciones promete un gran beneficio para nuestras economías nacionales y nuestros ciudadanos, siempre que sepamos aprovechar la oportunidad.
Se me ha pedido que concentre mis comentarios en la experiencia de los Estados Unidos - Yo espero que este discurso les proporcione información útil y llene su espíritu de fascinación por lo que el futuro les aguarda. Naturalmente, Estados Unidos no es más que un modelo - nosotros no pretendemos tener todas las respuestas. Pero en Estados Unidos, hemos visto un incremento dramático en los beneficios al consumidor con el advenimiento de la competencia - la demanda y el uso están en aumento, las tarifas están bajas, y el crecimiento económico y la expansión del trabajo continúan sin disminución. Confío en que ésta también sea la experiencia argentina, mientras avanza en su propio camino hacia la competitividad.
He mencionado antes que existen algunos principios básicos que se deben tener en cuenta. Ellos son de mérito y aplicación universal. Ellos son los principios que el Vice Presidente Gore bosquejó como precondiciones para la infraestructura global de información, y ellos están en el corazón de la Ley de Telecomunicaciones de 1996 de mi país. ¿Cuáles son ellos? Brevemente…
Centrándonos ahora en la experiencia estadounidense, puedo decirles que la Ley de Telecomunicaciones de 1996 fue una tremenda movida ejemplar para nuestro régimen regulatorio y nuestra industria. En su forma más básica, la Ley sienta la política de transición del monopolio a la competencia. Les dió a mis colegas y a mí el mandato y las herramientas, para forzar la apertura de los mercados locales de teléfonos.
Ø Buscó proporcionar alternativas a los consumidores previamente cautivos (bajo un monopolio).¿Tres años y medio después de su aprobación, cómo nos ha ido? Yo diría que no hemos llegado aún a nuestro destino, pero que estamos bastante bien encaminados.
Según todos los indicadores, los consumidores están mejor y la industria floreciente.
Desde la aprobación de la Ley, el sector de comunicaciones de la economía de Estados Unidos ha crecido más de 140 mil millones de dólares. Nuestro sector de la informática está creciendo dos veces más que la economía general del país. Como se acotó recientemente en la revista Business Week, "éstas son las industrias de crecimiento rápido y precios decrecientes y a la medida que estas industrias representen un porcentaje mayor de la produccíon y empleos nacional, quiere decir que Estados Unidos puede tolerar una tasa de crecimiento mayor sin inflación". En otras palabras, precios decrecientes en las industrias de la tecnología y de la informática prácticamente hicieron decrecer la inflación en 0,7 puntos de porcentaje, ayudando a controlar la inflación y las tasas de interés en un período de gran empleo y crecimiento. De modo que ustedes pueden ver el papel crítico que las telecomunicaciones pueden jugar en Argentina, no solo como la columna vertebral que apoya y soporta otras industrias, sino también como una fuente de expansión económica y estabilidad.
Parejamente a la inversión, cientos de nuevas compañías han entrado en la lucha competitiva. El número de compañías de telecomunicaciones se ha doblado en los últimos 5 años. Tenemos aproximadamente 300 compañías de teléfonos móbiles (o celulares) a nivel nacional, y nuevos proveedores locales con infraestructura propia en cada estado de la nación. Estas nuevas compañías y nuevos servicios han generado nuevos empleos.
Desde luego, todo esto ha beneficiado al consumidor estadounidense aún más directamente -- en el bolsillo. En los últimos 3 años, las cuentas de los teléfonos inalámbricos han descendido en más de un 40% al florecer en la mayoría de los mercados de las áreas metropolitanas, un tercer, cuarto o quinto proveedor de servicios. Con esta reducción de precios, la suscripción se ha elevado increíblemente a 77 millones, indicando que los teléfonos celulares se han convertido en una herramienta valiosa para nuestra clase media. Y apenas este mes hemos visto una pelea real de precios para los servicios de larga distancia nacional. Tres años atrás, los consumidores pagaban entre 20 y 25 centavos por minuto por llamadas de larga distancia, y hoy las grandes compañías están ofreciendo planes por tan poco como 5 centavos el minuto, a cualquier hora, cualquier día.
Como he indicado anteriormente, llegar a esta situación no ha sido fácil. Tropezamos con ciertos obstáculos en el camino, pero siempre hemos sabido enderezar nuestro camino. Hacer esto ha requerido rigurosa adhesión al segundo principio básico, la eliminación de barreras que enfrentan los competidores y tomar pasos afirmativos para promover la competencia.
Bajo las disposiciones sobre competencia local de la Ley de 1996, nosotros luchamos por asegurar que las tres avenidas hacia la competencia estuvieran totalmente abiertas a los nuevos ingresantes. Esto significa eliminar barreras sobre competencia local, así como eliminar el control de cuello de botella y los incentivos no competitivos del proveedor monopólico. Las tres avenidas hacia la competencia son:
Quisiera tomar unos minutos para describir estas avenidas de entrada, y compartir algunas de las lecciones que hemos aprendido. La competencia basada en el uso de la infraestructura propia, es la más fácil de entender, de modo que el nuevo ingresante simplemente construye una red y usa su propia infraestructura para llegar a sus consumidores. Desde luego, todavía es necesaria la acción reguladora pues los competidores en este rubro tienen que interconectarse con los otros sistemas de redes y proveedores. De lo contrario, el operador existente podría utilizar sus facilidades tipo cuello de botella para frustrar los nuevos ingresantes.
Sin embargo esta clase de competencia basada en el uso del proveedor de sus propias instalaciones no es siempre factible para un nuevo ingresante, ya que conlleva la construcción inmediata de una red completa. Por ejemplo, digamos que un nuevo ingresante puede construir su propia infraestructura para larga distancia y para enrutamiento, podría ser prohibitivo en términos de costos, el duplicar la última milla de instalaciones -- lo que llamamos en inglés el "local loop" y que no es otra cosa que conectar la red de infraestructura con el establecimiento del consumidor. Los impedimentos se pueden basar en economías de escala o en dificultades obteniendo acceso al derecho de paso.
De modo que una segunda avenida crítica en que nuestra ley promueve la competencia es una en la que el nuevo ingresante construye porciones de la red y luego compra acceso a las demás instalaciones esenciales de la red, del proveedor en ejercicio, como la última milla o "local loop" por ejemplo. Nos referimos a ésta avenida como "el uso de elementos desagregados de la red." Además de minimizar las barreras de ingreso, esto promueve la innovación en la prestación del servicio en sí, como cuando un nuevo ingresante compra elementos de la red para mezclarlos con nueva tecnología como lo que llamamos en inglés "packet switching" según las reglas protocolarias de la red de Internet.
Parte del papel que le toca desempeñar a la Comisión Federal de Comunicaciones, ha sido establecer reglas básicas de la ruta entre los proveedores del servicio en ejercicio, quienes no desean abandonar su monopolio local y los nuevos ingresantes que desean entrar al mercado precisamente, a través de la red del proveedor de turno. De manera que, por ejemplo, nosotros necesitamos que los proveedores ya instalados en el mercado, proporcionen un acceso indiscriminado con tarifas, términos y condiciones que sean justas y razonables.
Recuerden que anteriormente yo hice referencia a ciertos obstáculos en el camino. Bien, el "acceso a los elementos desagregados de la red" ha sido uno de los más grandes obstáculos, habiéndose ido a litigio en algunos casos, y en ciertos, incluso a la Corte Suprema de mi país. Naturalmente, los proveedores en ejercicio van a preferir que los competidores no usen sus redes. Meses atrás, en este año, la Corte falló confirmando la decisión de la CFC, a través de la cual los portadores actuales, tenían que ofrecer ciertas combinaciones de elementos de la red, a los competidores. La Corte nos pidió, que proporcionáramos información adicional que apoye nuestra decisión en lo referente a lo que constituye un elemento esencial que bajo la ley debe ser disponible. Trabajo que hemos completado hace apenas dos semanas.
La reventa es la tercera avenida de entrada contemplada en nuestra ley. La reventa puede ser un vehículo efectivo de entrada para competidores nuevos que inicialmente carecen de recursos para construir sus propias redes. Así es como MCI empezó siendo portador de comunicaciones de larga distancia en Estados Unidos. La reventa también tiene beneficios significativos para los consumidores: como un medio de arbitraje, un revendedor compra un número elevado de minutos a un precio reducido y luego los revende a precios que el consumidor no podría de otro modo conseguir. Los bajos precios estimulan la demanda y además promueven el que los portadores que usan las instalaciones de sus propias redes, coloquen sus precios más cerca de los precios del costo real. Nuevamente, la intervención regulatoria se hace necesaria para poder promover la reventa: nuestra ley, por ejemplo, requiere que los proveedores en ejercicio, ofrezcan, a precios al por mayor, para la reventa de sus servicios de telecomunicaciones. Muchas naciones han acordado ofrecer la reventa como parte de sus compromisos al incorporarse al mercado bajo el Tratado Básico de Telecomunicaciones de la Organización Mundial del Comercio. Yo les animo que permitan el derecho a la reventa aquí en la Argentina.
Naturalmente, un ingreso abierto no nos lleva a ninguna parte si no se tiene la habilidad de interconectarse con y terminar el tráfico en otras redes. De modo que, una segunda pieza clave de nuestra Ley de 1996 sobre competencia local ha sido el exigir que los proveedores ofrezcan medios razonables de interconexión, incluyendo la colocación física. Adicionalmente, para evitar el incentivo del proveedor de turno a limitar interconexiones, los precios de transporte y de finalización son recíprocos y basados en el incremento del costo de largo plazo de proporcionar el servicio a través de las redes del proveedor.
El litigio de muchos aspectos de nuestras disposiciones legales sobre competencia local ha sido lamentable, y la incertidumbre que generó, ciertamente ha tenido un efecto escalofriante en el desarrollo de la competencia local de nuestro país. Ahora que nuestras reglas han sido respaldadas en las cortes, estamos encantados viendo el progreso que están haciendo los nuevos ingresantes. Un reciente estudio muestra que aunque los nuevos ingresantes aún no tienen sino una porción muy pequeña de las rentas locales -- aproximadamente el 4% el año pasado -- están creciendo a pasos gigantescos. El ingreso de los competidores de telecomunicaciones locales se duplicó en el año 1997 y nuevamente en el año 1998. El número de líneas revendidas también se ha duplicado el año pasado. Quizá lo más contundente sea la confianza del mercado financiero en los prospectos de la competencia local: las 20 empresas de la competencia más grandes que se han ofrecido al público, tienen un valor total de $33 mil millones, comparadas con las 6 compañías que solo llegaban al $1.3 mil millones antes de que la Ley fuera aprobada.
De modo que Uds. coincidirán conmigo - en que aún tenemos un largo camino que recorrer. Pero nosotros sabemos lo prometedora que es la competencia, tal como lo hemos experimentado en nuestros mercados de teléfonos inalámbricos y de larga distancia. Y estamos empezando a ver el fruto de nuestra política de competencia en el mercado local. Bien, hay mucho que celebrar y mucho que anticipar.
Anteriormente, yo me he referido a la Ley de 1996 como aquella que nos ha proporcionado el mandato y las herramientas para estimular la competencia local. Algunas de esas herramientas son las avenidas de entrada que acabo de describir. Otra herramienta esencial ha sido la estructura de la CFC como un ente independiente. Para poder garantizar que un mercado de competencia libre beneficie a los consumidores, es esencial que la agencia reguladora sea independiente de los que operan en el mercado y que ofrezca una protección blindada para rechazar cualquier presión política. Mis colegas y yo somos nominados por el Presidente y confirmados en el puesto por el Senado por un término de cinco años, y no se nos puede retirar del puesto a voluntad. Nuestra responsabilidad es para con el pueblo, con una obligación de cumplir nuestros deberes legales para con el interés público. En este sentido, es importante que nosotros tengamos un proceso regulador justo, transparente y predecible, el cual sea sujeto a apelación a las Cortes. Con la adhesión de compromiso de Argentina a los principios de la Organización Mundial del Comercio, mencionados en los documentos referenciales, vuestra industria se beneficiará con un ambiente regulatorio claro, justo y estable.
La flexibilidad regulatoria también es importante a medida que las estructuras de nuestro mercado van cambiando. Ya hemos empezado a considerar cómo nuestros deberes deben cambiar en un ambiente competitivo. En algunas áreas, la competencia libre puede obviar regulación alguna para proteger al interés general. En otras áreas, puede conducirnos al resultado opuesto. Por ejemplo, con el incremento de las presiones de la competencia, hemos visto algunas prácticas de negocio injustas, como que a los consumidores se les cambie de proveedor sin su consentimiento. A eso llamamos en inglés "slamming", y recientemente hemos adoptado medidas rigurosas para hacer que esta práctica se haga económicamente muy poco atractiva, para penalizar al proveedor de servicios inescrupuloso. Espero que éste sea un problema por el que hemos pasado que Argentina pueda evitar desde el principio.
Hoy comencé mi discurso enfatizando la tremenda revolución que las telecomunicaciones han traído a nuestras vidas. Me he concentrado en los beneficios de la competencia libre - cómo la competencia mejorará la industria de su país, su economía y la calidad de vida de sus consumidores. Afortunadamente nuestra ley está fundada en la premisa que, en la mayoría de las instancias, la competencia beneficiará al interés público. Pero hay momentos en que la competencia por sí sola, puede no ser suficiente. De modo que, mirando hacia el pasado, hace 55 años, cuando se creó la Comisión Federal de Comunicaciones, el Congreso apuntaba hacia la garantía de un sistema de telecomunicaciones realmente global, que estuviera al alcance de todos los estadounidenses, "sin discriminación por razones de raza, color, religión, origen nacional o sexo". La Comisión Federal de Comunicaciones ha tenido un papel crítico, al poner un servicio de calidad y asequible, a disposición de aquellos quienes de otro modo no tendrían acceso - tales como gente de bajo nivel económico o gente que vive en áreas muy costosas o zonas rurales.
Como mujer Hispana y como ciudadana de un estado rural, yo me he dedicado a estos temas personalmente, pues sé cuán vital es el acceso a los servicios de las telecomunicaciones en estimular la igualdad y la oportunidad.
En general, nuestra penetración de teléfonos en los hogares de 94%, indica que hemos hecho un buen trabajo. Pero esa cifra cubre algunas desigualdades de ingreso y de grupos étnicos. 95.7% de las familias blancas tienen teléfono. Para la población negra, esa cifra se reduce a 87.8% y para los indígenos, esa cifra puede ser tan baja como del 20%.
En el pasado, nuestra meta de servicio universal se buscó de manera caprichosa y poco coherente, aún cuando había un sistema de subsidios implícitos en la empresa de monopolio local. Estos subsidios trasladaron costos de la zona rural a los consumidores urbanos, de clientes privados residenciales a clientes de negocios, y de consumidores locales a consumidores de larga distancia. Tal sistema de subsidios no podría sobrevivir en un mercado de competencia, de modo que por indicación del Congreso, reorientamos el sístema de varias maneras.
Hay muchos medios efectivos de ofrecer apoyo a la oferta de servicio universal -- y yo sé que el Sr. Carril y su grupo en CITEL han trabajado con éxito para publicar un informe sobre las "mejores prácticas" cubriendo muchas de estas alternativas. Déjenme simplemente describir lo que hemos hecho en Estados Unidos. Lo más importante, es que hemos adoptado los principios de no discriminación y de competencia neutra. Todas las compañías de telecomunicaciones hacen un depósito en una cuenta que va a un fondo para apoyar la industria; tal pago es de acuerdo a los ingresos interestatales. De manera recíproca, todas las compañías que contribuyen al fondo, pueden retirar dinero para ofrecer los servicios que se apoyan si están autorizadas para hacerlo. Esta neutralidad competitiva y tecnológica nos beneficia estimulando la competencia en el ejercicio de la oferta de estos servicios. Un ejemplo, es que las compañías de teléfonos inalámbricos están buscando proporcionar servicio básico en sistemas fijos de teléfonos inalámbricos. En muchas áreas rurales, ésta puede ser una alternativa muy eficiente.
Sé que su Secretaría acaba de anunciar apenas hace unos meses, un "Reglamento General del Servicio Universal" que está basado en una contribución uniforme de todas las compañías proveedoras de servicios de telecomunicaciones. Éste es un desarrollo maravilloso para su país, y ya estoy ansiosa de ver el año entrante, cómo ha sido administrado el fondo.
Más allá del acceso a la telefonía básica, tengo una gran inquietud acerca de la creciente brecha entre los que tienen y los que no tienen acceso al Internet en mi país. Los hogares de la gente negra e hispana en comparación con hogares blancas, apenas representan las 2/5 partes de hogares en donde existe acceso a la red Internet desde la casa. Y de acuerdo al ingreso, se puede decir que los hogares rurales tienen la mitad de probabilidades de contar con acceso a la red Internet desde el domicilio, de las que tienen hogares urbanos. Para hacernos cargo de esta brecha dispar, hemos ofrecido descuentos para los colegios y las bibliotecas en toda la nación, para adquirir servicios de telecomunicaciones, conexiones internas y acceso a la red de Internet. Los descuentos se basan en la necesidad, recibiendo los colegios más pobres hasta un 90% de descuento. Este programa ha sido un éxito enorme y nuestra esperanza es que todos los colegios en los Estados Unidos estarán conectados al Internet en el año 2000.
La red de Internet es un gran motor igualizador o empatador. Una fuente de información y conocimiento que crece, se desarrolla, y no se la puede detener, la misma que tiene el potencial de eliminar barreras antiguas de geografía y riqueza. La red de Internet, trasciende tales distinciones, y tiene el potencial de democratizar nuestras sociedades más adelante. Puede hacer asequible los materiales y recursos encontrados en la Biblioteca del Congreso en Washington - la cual es depositaria de toda publicación en Estados Unidos - puede hacer que tal información esté al alcance de los dedos de un escolar en una remota aldea en mi estado rural de Nuevo México. Así también, puede llevar tales recursos a sus hijos, aquí en Argentina, y puede mostrar las fotografías del Museo Nacional de Bellas Artes a mi hijo Jorge, allá en Washington.
Este compartir entre naciones, es lo que el Vice Presidente Al Gore, concibió hace cinco años. Garantizar el acceso a los beneficios de tal revolución es por lo cual yo tomé este cargo, y sospecho que tiene algo que ver con la razón por la cual Uds., también, han elegido trabajar en esta industria. Hemos sido todos privilegiados de estar en donde estamos, conociendo el potencial que la revolución de las telecomunicaciones guarda para nuestros países. Responsabilidad acompaña a tal privilegio. Un informe reciente del Departamento de Comercio de Estados Unidos, describió los retos de esta manera:
Para las naciones en desarrollo, el potencial de la productividad de las economías digitales ofrece ambas: paz y preocupación; con inversión suficiente, puede proporcionar los medios para acelerar el desarrollo, pero sin la inversión necesaria, los países en desarrollo pueden encontrarse asimismos, rezagándose aún más en un mundo donde la interconexión va en aumento.
Estoy muy complacida de haber sido invitada a hablar en este momento de la historia argentina. Espero que haya algunos elementos de nuestra experiencia que puedan servirles de inspiración. Una infraestructura global de información no puede existir sin una infraestructura vibrante latinoamericana. Argentina, con su inminente liberalización de mercado, y sus nuevas regulaciones de servicio universal, ciertamente ayuda a dirigir el camino.
Muchas gracias.